onsdag, mai 13, 2009

MARIHUANA Y LIBERTAD

Un gran pensador



måndag, juli 28, 2008

La más grande amenaza que ha enfrentado EEUU: El PartidoRepublicano, la madre de todos los desastres
















El gran acabóse republicanoGuillermo Maya MuñozPaul Craig Roberts, Asistente del Tesoro estadounidense en el gobiernode Ronald Reagan, ex editor asociado del prestigioso diarioconservador Wall Street Journal, en un artículo, original en inglés,

titulado La más grande amenaza que ha enfrentado EEUU: El PartidoRepublicano, la madre de todos los desastres (www.counterpunch.org,julio 23-2008), que bien vale la pena resumirlo en este espacio.Los republicanos pretenden ganar la presidencia en noviembre, sindarse cuenta del gran desastre que ha provocado G.W. Bush. Esimposible imaginar un desastre mayor. Los republicanos metieron a EEUUen dos guerras, Irak y Afganistán, y podrían agregar otras dos, ennoviembre –las declaraciones de guerras con los extranjeros producenvotos- con Irán y Pakistán. Igualmente EEUU ha convertido al mundomusulmán en su enemigo y gran parte del resto.El dólar ha perdido el 60% de su valor con el Euro, y el otrorapoderoso dólar está perdiendo su papel como moneda de reserva. Laspolíticas republicanas han incrementado el precio del petróleo y deloro en 400%. La inflación está en dos dígitos –se refiere a lainflación no reportada por las agencias del gobierno-, y el empleoestá cayendo. Los republicanos han sido incapaces de crear nuevosempleos, excepto en servicios, con bajos salarios.El proceso desregulatorio republicano trajo el fraude en los préstamoshipotecarios y la creación de instrumentos financieros peligrosos, quehan colapsado el mercado inmobiliario, dejando a millones depropietarios enfrentados a la pérdida de sus casas. El sistemafinanciero está confundido y podría quebrarse por insolvencia. Losdéficits comercial y presupuestal han explotado. El déficit comercialde los EEUU es más grande que los déficits combinados de cada uno delos países deficitarios en el mundo. EEUU no puede financiar más susguerras o a su propio gobierno con préstamos extranjeros parafuncionar el día a día.Los republicanos han pisoteado la Constitución, el Congreso, lajusticia y las libertades civiles. Los republicanos han expresado quelas libertades civiles hacen a EEUU inseguro; precisamente, el puntode vista contrario de los Padres de la Patria. Los republicanos hanviolado las prohibiciones de Nüremberg contra los crímenes de guerra,y han violado la Convención de Ginebra contra la tortura y el abuso alos prisioneros. Con el irrespeto a los derechos humanos, losrepublicanos se igualan con los grandes tiranos de la historia. Losrepublicanos han colocado los fundamentos de un estado policiaco. Creoque los demócratas también harán un desorden, pero ¿podrán ellosromper este récord? Hay que sacar los republicanos del poder, o ellosno dejarán un país para que los demócratas lo acaben.Los republicanos no tienen simpatía por nadie a no ser por los de supropia clase. ¿Cuántos republicanos conoce usted a los que lesimporten las condiciones de los pobres, de los desempleados, de losque no tienen seguro médico? Los programas que los republicanos estánlistos a recortar son los mismos que ayudan a la gente cuando lorequiere.Los neoconservadores, liberales conversos en republicanos, insisten enque la lealtad al país significa lealtad al gobierno. Así, criticar algobierno por lanzar guerras de agresión y por violar las libertadesciviles, constitucionalmente protegidas, es de acuerdo a losneoconservadores un acto de deslealtad. Desde el punto de vistaneoconservador no hay lugar para las voces de los ciudadanos: Elgobierno toma las decisiones, y los ciudadanos leales apoyan lasdecisiones del gobierno. En el sistema político neoconservador no haylibertad, democracia, ni debate. Los disidentes son traidores. Mirandoel caos republicano, dudo que los demócratas, puedan igualarlo aunquetraten de hacerlo.¿Quién afirma esto? Lo dice un persona, dice Roberts, que ha hechotanto por el Partido Republicano, como el que más. Ayudé a diseñar y aimplementar la política económica que curó la estanflación y que hizoregresar a los republicanos a la competencia política después de loque pasó en Watergate. Sí hubiera podido mirar en una bola de cristaly hubiera visto que los republicanos posibilitarían que los ejecutivoscorporativos, bajo la bandera del libre comercio se pagarían a símismos millones de dólares, en “pagos de desempeño” por liberarse delos trabajadores estadounidenses y contratar extranjeros, en su lugar,destruyendo así las aspiraciones y las carreras de millones deestadounidenses, yo nunca hubiera ayudado a los republicanos. Sí unabola de cristal me hubiera revelado que el partido republicanolanzaría guerras de agresión contra países que no representabanninguna amenaza contra los EEUU, yo hubiera gritado voces de alarmamucho más temprano.

COLUMNISTAS-LIBRES

SALUDOS DE BIENVENIDA AL BLOG

Comprender el por qué se plantea el abolicionismo de la narcoguerra es un asunto muy importante

Comprender llamado antiprohibicionista o abolcionista antinarcoticos , no es un asunto facial , no todos los seres tienen el privilegio de poder “ver” su época , el asunto es entender que significa esto, porque no todos los seres humanos han tenido, ni tendrán jamás las herramientas culturales para poder analizar en que época les toco vivir ; todos hemos nacido dentro de un mundo que “nos educo” o nos “amoldo” para darnos los que los psico-sociologos llaman en IMAGINARIO COLECTIVO. Este IC – Imaginario Colectivo- cambia con cada era , es decir el régimen le da a las masas un prototipo de educación que se toma como realidad y no se cuestiona, por el contrario los humanos, así educados tratan y contribuyen perpetuar dicho orden, la masa no tiene conciencia real de lo que hacen , solo cuando logran ver su época , pudieron descubrir por ejemplo que la “esclavitud” era una aberración humanística , pero tardaron siglos en “descubrirlo”

Este viaje cultural en este blog trata primero de mostrar algunos tópicos que forman parte de la realidad contemporánea , para tal ves luego, empezar a profundizar en la brutalidades que hoy se dan como “el orden establecido” el cual no es puesto en duda , ni mucho menos creado un espacio para su discusión …sobre El – el orden establecido- solo se emprenden “modelos educativos para perpetuarlo” tal cual sucedió en el pasado …….

Bienvenidos

Edgar Augusto Jaramillo Moreno

søndag, juli 20, 2008

ARTICULOS DE Antonio Garcia Fuentes

JUEGOS OLÍMPICOS: LA GRAN MENTIRA



Como el gran negocio mundial, que es la realidad de esta pantomima; se le viene haciendo desde mucho tiempo atrás (“encadenan unos con otros”) propaganda y “calentando” a las masas, como si en realidad este monstruoso montaje mundial, representara algo y rememorara algo de la pureza de aquellos juegos iniciales de hace milenios y sobre todo, de lo que aquellos sabios dedujeron sería el deporte para el hombre… “mente sana en cuerpo sano” y no al revés como se dice… puesto que es la mente/alma la que posee al cuerpo y es la que manda en “eso” tan complicado y maravilloso que es el ser humano. Aquellos sabios dedujeron que con las prácticas violentas de los ejercicios corporales, debidamente regladas; el hombre “mataría” sus fuerzas asesinas y en vez de a la guerra, podría desfogar esas fuerzas negativas, sudando para fortalecer sus músculos y de paso, conseguir alguna fama, que contentara sus ansias de destacar… “fracasaron y a la vista está que las guerras y masacres siguen”.

Convocados aquellos juegos, tácitamente se marcaba un tiempo de paz y las guerras en marcha eran suprimidas o paralizadas, hasta que aquellos juegos terminasen.

Estos juegos de hoy son totalmente materiales, puesto que se sostienen por las cantidades inmensas de “oro” que son necesarias para montarlos; malgastando en ello sumas cuantiosas, en tinglados absurdos para marcar el orgullo del país “anfitrión”; mientras éste (caso de hoy en China) carece de medios para sacar del atraso ancestral, de la mayor parte del pueblo chino, que hoy; y alentado el capitalismo más brutal, sigue siendo una masa de gentes indefensas y sometidas a los caprichos del gobierno de Pekín (o Beijing); y como en tiempos del famoso imperio y “su hijo del cielo”, como ser todopoderoso de vidas y haciendas.

Lo que arriba digo de las guerras suprimidas o paralizadas… hoy, simplemente examinemos el mundo y echémonos a llorar; o a reír histéricamente por la impotencia que podamos sentir… pues hoy mismo y hasta en esa China “olímpica”; hay revueltas, guerrillas y follones por docenas… y no solo en el tan cacareado Tíbet “chino”.

Los juegos iniciales en Grecia (Olimpia) eran para los mejor preparados para competir, pero no eran profesionales de la gimnasia los que competían (no los había) eran hombres que procedentes de las actividades normales en las que tenían que trabajar para vivir; dedicaban tiempos extras para cultivar sus facultades físicas y llegado el momento, competían por “la corona” de los vencedores, que era de ramas de olivo. Y ese era el máximo pago a sus esfuerzos de muchos años… y por descontado la fama que cada cual llevaba al volver, a su pueblo o ciudad y donde gozaba de la misma. Y nada más; pocos serían los que tras pasado el evento, su fama trascendía del lugar donde habían nacido y posiblemente el entorno o comarca. Simplemente volvían a su trabajo habitual y como si no hubiera pasado nada.

Hoy van a esas olimpiadas “hombres y mujeres artificiales”… “monstruos humanos (puede)”, que sobre la base de dedicarse, todos los días del año y durante muchos de ellos; dirigidos por… “preparadores especiales y con comidas, bebidas y medicaciones apropiadas”… logren esos record que ya se miden por segundos o centímetros, para seguir estimulando a esos “monstruos anormales”; puesto que si se siguiese la pureza de las verdaderas olimpiadas, el hombre (o mujer) no podrían llegar nunca a esos máximos de máquinas preparadas simplemente para competir… o sea, lo mismo que el adiestrador o domador, prepara a un perro, caballo, o cualquier otro animal, que seleccionado… es preparado para el espectáculo determinado, para entretener a la masa.

Por tanto que supriman el nombre de olimpiadas, quiten esos absurdos cinco anillos olímpicos y que en su lugar, pongan “cinco aros de oro macizo”, que es lo que en realidad representan esas competiciones absurdas y modernas, que nada bueno aportan a la humanidad.

Y no aportan nada bueno por la gran mentira y en la que masas enormes de incautos queman su vida e ilusiones, pensando en llegar… “y nunca llegan o llegarán”; lo que representará infinidad de dramas individuales, que nunca conoceremos.

El verdadero deporte no es “ser el primero”… sino llegar a ser en la disciplina que se elija, aquello que uno y humanamente y de forma natural… “pueda llegar a ser”. Todo lo demás es mentira… una terrible mentira montada para sacar dinero.



Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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CERVEZA: DE AQUELLA MINI FÁBRICA A ESTA DE HOY



Como chico de los recados de aquella droguería; conocí aquella fábrica en 1952 (allí “rezaba” que se había inaugurado en 1928)… ”)… por lo que aquella vieja fábrica de “la calle Almenas” y con aquel viejísimo camión Renault, para el reparto (hoy en el museo cervecero de Jaén)… que yo conocí y en la que como chico de los recados, llevaba mercancías de mínimos valores o complementos, recuerdo perfectamente… allí me iniciaron en el consumo de la rica cerveza… recordando igualmente aquellas viejas botellas verdes en cajas de madera, la “antediluviana” llenadora y tapadora, así como la llegada de los nuevos botellines de dos tercios y aquel famoso; “quinto o biscuter” que tanto dio que hablar y tanto éxito tuvo para que la cerveza llegara a los de menos poder adquisitivo… gratos recuerdos de esa edad donde ni se es niño pero tampoco hombre. Recuerdo igualmente aquellos barriles de madera que los tenían que abrir con “un espadín” o artilugio que no todo camarero sabía emplear; para luego, servir “aquellas ricas cañas de 120 cc. “La cervecera jiennense” (Antes El Alcázar, después la Cruzcampo sevillana y hoy Heineken España”). Ha ido pasando “de mano en mano” hasta caer en las de una multinacional, que ha montado aquí, un “monstruo cervecero” y que me recuerda a aquella visita a la “flamenca” Lovaina y aquella otra gran cervecera que me pareció monstruosa; sobre todo en sus trenes de llenado y empaquetado de botellas. Creo recordar que era la marca “Estrella Artolis” o algo parecido (hace ya muchos años de ello) fue en un congreso internacional de hostelería y aparte de beber de aquella cerveza, nos obsequiaron con unas preciosas copas para la misma y que recibimos con agrado mi esposa y yo. Sin embargo en Bruselas la capital estatal, bebimos de diferentes tipos de cervezas, igualmente en copas o vasos artísticos y muy cuidados, puesto que nos dijeron que allí las cerveceras eran numerosas y “pequeñas o familiares”… y la gran competencia obligaba a competir en calidad y presentación. Guardo un grato recuerdo de todas aquellas cervezas. Después y en Praga, pude disfrutar de lo mismo, o sea la gran variedad y la gran cantidad de pequeños fabricantes… “y aquella es la madre de la cerveza que más se vende en el mundo, o sea la de tipo “Pilsen”; también es el mayor productor del insustituible “lúpulo”. Pero a lo que vamos y es; “a la eliminación de todo lo pequeño para que los grandes sean cada vez más grandes y los pequeños desaparezcan”. Puesto que en la visita realizada este verano a “nuestra gran factoría cervecera”, la máquina y la electrónica han eliminado a cientos de hombres… “o sea lo normal en todo lo que hoy realizan las máquinas y la electrónica, o robótica ya… esperemos que no consigan los robots que eliminen a los pocos hombres que quedan hoy”… ¿quién va a beber cerveza?... “misterio… yo ya estaré (afortunadamente) muerto y quemado”.

Esa factoría cervecera (que la guía dice es de las medianas en España) produce cada 24 horas cuatro millones de litros de cerveza (500.000 en cada “cocimiento”); todo ese proceso lo controla un solo hombre, sentado cómodamente ante unos ordenadores y en un amplio despacho climatizado y fuera de los ensordecedores ruidos de “la gran cocina”; también se elabora aquí el “famoso tinto de verano”, con vino de Valdepeñas y del que supongo consumirán una no pequeña bodega cada año. Como son turnos, deduzco que son tres hombres al día, puesto que la jornada es continua todos los días del año. Indago y averiguo que la gran factoría cuenta con doscientos empleados, pero que la mitad son administrativos… pienso y deduzco, que en producción, aquella vieja fábrica tendría los mismos o quizá más; en la administración una docena como mucho. Por tener, esta factoría tiene sus propios manantiales de aguas riquísimas (la guía nos dice que “cuasi minerales”) y que abastecen con un río continuo el enorme consumo de la misma. Esta agua influye en el buen sabor que se siempre ha tenido la cerveza elaborada en Jaén capital.

Me ha maravillado tanta perfección… tanta tecnología… tanto avance, del que poco llega al hombre, puesto que en el momento que escribo y en mi país (España) los parados o desempleados oficiales; (hay muchos más no reconocidos) llegan ya a dos millones cuatrocientos mil (2.400.000) y siguen aumentando en grados ya muy preocupantes, puesto que el empobrecimiento nacional sigue a un ritmo que los políticos no saben, no quieren o no pueden controlar… “esperemos que estos gigantes multinacionales y que son los que gobiernan el mundo actual, tengan previsto que necesitan consumidores para sus mares de cerveza, vinos de verano y otras cosillas… pues los robots que ansían… ni comen ni cagan”. Amén.





Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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EL BOMBILLAZO Y OTROS ABUSOS DEL CAPITAL



Es mentira todo cuanto en economía se nos viene predicando (“mejor inculcando sobre la base de una propaganda pagada por nosotros mismos”)… sea esto, la globalización, el ahorro energético, etc. Todo, absolutamente todo ha sido encaminado a que el capital se adueñe cada vez de más espacios individuales y que nos encontremos en la actualidad, con que… unos cientos o miles de individuos, acaparan todo el potencial económico que hace mover al mundo, tal y como ellos diseñan y ordenan… todo lo demás que nos digan y nos lo digan como quieran… es mentira, rotunda y totalmente: la política económica empieza CON EL AHORRO A TODOS LOS NIVELES, del estatal al particular. Por ello; lo único que progresa de verdad son esos centros de capital, puesto que las masas y en todos los niveles, nos han empobrecido; tanto a los que ya teníamos un grado de desarrollo, como a los más ajustados a sus necesidades primarias… o peor aún… no dejan ni vivir a grandes áreas del mundo, que no pueden desarrollarse hasta un grado mínimo y necesario, sencillamente por cuanto las explotan al máximo… y de ahí las múltiples guerras, de las que “unas se habla de ellas cuando conviene y al resto, se silencian por cuanto esos intereses antes mentados así lo ordenan”. ¿Los gobiernos?... “simples títeres de esos intereses” y el que no lo vea, o es que no tiene “vista” o es que su capacidad deductiva es inexistente o borreguil.

Aparece en un noticiero televisivo de cadena nacional (dominado por ese capital antes mentado y que como tal todas sus noticias son tendenciosas) el pasado 25 de junio, lo siguiente: “Las bombillas tipo estándar desaparecerán en los próximos tres años y deberán ser sustituidas por las de bajo consumo para el ahorro energético”. La gente en mayoría (seguro) que piensa que las otras van a desaparecer y ello no es cierto, por cuanto la misma libertad hay para fabricar esas bombillas que las otras; puesto que lo que marca el comercio en un mundo dicen que libre, es… “la ley de la oferta y la demanda”… y no la del monopolio que es la que cada vez se nos está imponiendo más, debido a esas brutales concentraciones de capital; pero si nos asustan y compramos las que ya nos dicen, nos obligan a gastar mucho más dinero, que es de lo que se trata.

BOMBILLAS: Las de 60 W. tipo estándar hoy cuestan (en España) en cualquier tienda de barrio, 0,90 euros; las denominadas de bajo consumo y equivalentes en luminosidad a unos 50 W. (Aproximados) 8 euros; o sea que con el precio de una unidad de estas últimas, podríamos comprar ocho o nueve veces, su capacidad luminosa en las bombillas estandarizadas. “Y lo del ahorro no es para usted, puesto que la duración de unas no compensa con el costo y al final son mucho más rentables las que venimos usando; otra cosa será si nos las facilitan a igual precio, que ya verán que no es así… por tanto y “por si las moscas”, vaya aprovisionándose de las actuales estandarizadas, de las que yo mismo tengo alguna en casa que lleva luciendo más de quince años. No es bueno decir a todo que “sí”… nos están convirtiendo en borregos o algo peor, por tanto piense antes de cambiar de alumbrado (o de cualquier cosa consumista), que lo están engañando miserablemente una vez más.

Igualmente nos engañan en todo cuanto consumimos de fabricación industrial, puesto que todo se fabrica para que dure un determinado tiempo, llegado este el aparato se avería o destruye, puesto que ha sido fabricado con esa intención; para que compre otro o si trata de arreglarlo; ya no hay repuestos (si es que los hubo alguna vez) y tiene que tirarlo a la basura. De ahí esas montañas de desechos que no saben ahora que hacer con ellos; cuando todos los aparatos o la mayoría (eléctricos, mecánicos, electrónicos) se pudieron fabricar para larga duración y para repararlos si necesario fuera, pero no… “nos obligan a consumir cambiando lo que ellos nos imponen y hay que reventar consumiendo, salvo que uno se rebele y diga basta”… e inteligentemente hay que decir tantas veces como podamos ese basta ya, que si pensamos son muchas y nuestra economía verdadera se beneficiará.

Todo esto demuestra hasta la saciedad, la indefensión actual del ser humano y el nuevo esclavismo, que si bien adaptado a los tiempos, es el que siempre han tratado de imponer los poderosos… estos de hoy son… “unos más y cuya ambición ya los domina de tal forma que no hay explicación lógica que lo justifique”.


RICOS Y POBRES: AUMENTO CONTINUO



En la escuela que fundara y mantuviera Pitágoras (que habría que reabrir y cuanto antes mejor)… “el sabio de sabios y maestro de maestros”, en sus consejos a los jóvenes; les enseñaba, entre muchas cosas más: “No aspiréis jamás a la vanidad de ser ricos; contribuiríais a que hubiese más pobres”. Aquel sabio maestro, “simplemente enseñaba en su escuela mixta… al hombre a ser hombre y a la mujer ser mujer”… nada más y nada menos; “invito a quién esto lea a que medite sobre el significado de esa formación”… más aún hoy, en este mundo decadente y en un retroceso enorme… “salvo en las técnicas de guerra, expolio, robo, engaño, abusos de todo tipo, etc.”.

Veamos muestras de todo ello y lo acertado de aquella máxima pitagórica.

Se publica en prensa y cuando ya el empobrecimiento de los españoles y “muchos otros”… no lo puede tapar nadie: lo siguiente: “Los 500 más ricos tienen más dinero que los 416 millones más pobres… mil millones de habitantes de este planeta subsisten cada día con el cuatro por ciento de la riqueza global… La economía global produce al año cerca de 9.550 millones de dólares en bienes y servicios per cápita, 25 veces más de los 365 dólares que definen la pobreza extrema” (ABC 23-06-2008). El número de españoles ricos creció un 4 % en 2007 pese a la crisis económica; a nivel mundial el número de ricos aumenta un 6 %. Asimismo el número de grandes patrimonios europeos creció un 3,7 % (ABC 25-06-2007). Basan estos informes en el “XII Informe Anual sobre la Riqueza en el Mundo, elaborado por Merill Lynch y Capgemini”.

¿Qué decir y qué comentar sobre todo ello? Lo primero es reconocer que las sociedades humanas no hemos cambiado en lo intrínseco; puesto que si hace dos milenios y medio, aquel sabio enseñaba aquellos preceptos, era sencillamente por cuanto en su época debía ocurrir algo similar a lo que ocurre hoy; o sea que la voracidad de unas minorías ocasionaba la pobreza o incluso la indigencia de masas expoliadas; y ello ha sido la constante en la historia del hombre, desde que éste pudo establecer controles monetarios, leyes y ejércitos… para simplemente favorecerse él mismo y “las siempre necesarias minorías de sicarios con los que tendría que repartir el botín”.

Entonces y cuando nos hablen de progreso, justicia, sociedad, etc. simplemente sonriamos, puesto que hoy vivimos en precisamente una sociedad, tan avanzada en lo material, pero tan débil en lo intrínseco; que en un efecto en cadena (“o de las fichas de dominó”… se vendría abajo en mucho menos tiempo (“infinitamente mucho menos”) que otras sociedades que data la historia… “y otras que nos transmiten la leyenda”. Conviene no olvidar este detalle de debilidad latente, “en lo efímero que nos mantiene”.

Tristemente… “el motor de la vida” sigue siendo el miedo… “el miedo a no conseguir lo que se cree que se va a necesitar… y al que le sigue luego (el que lo consigue)¸ o sea el miedo a perder lo conseguido”… en esos dos miedos… “esenciales”, se debate la miserable vida del ser humano… y si a esto, se le une la avaricia de esos otros mucho más miserables e insaciables depredadores de riquezas, que en minoría esclavizan al resto; tendremos los resultados que estamos viendo hoy pero que no son otra cosa, que… “los mismos perros con diferentes collares y los mismos escenarios con similares actores pero en otras circunstancias… a las que se escriben desde que se escribe la triste historia de este ser al que denominaron como… humano”. Puesto que triste (muy triste) historia es la nuestra y tras tantos siglos de existencia “social”, sin que aún existan unos equilibrios mucho más dignos y llevaderos… y los que podemos vaticinar que si llegan alguna vez… aún faltan muchos siglos… pues reitero… estamos en franca decadencia de los verdaderos valores sociales, que son el insustituible cimiento para progresar de verdad.



Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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ASESINOS Y SUS PRIVILEGIOS EN ESPAÑA



Pareciera que en la tierra donde nací y vivo… fuese una tierra irreal, de cuento o pesadilla terrorífica (aquello de “pandereta” no es nada comparado con lo que hoy ocurre aquí). Aquí y lleva ya bastantes décadas, ocurren cosas irreales pese a la cruda realidad que nos las impone; cosas que una inmensa mayoría de pobladores de “estas numerosas y siempre belicosas tribus”, rechazarían si se les preguntase uno por uno… esta nación que yo ya describiera con la significativa metáfora (“es un queso de muchas leches”) de un queso fermentado… ese queso se ha podrido, cada vez lo está más y ya no son los clásicos “gusanos” de ciertos quesos hispanos… “son otro tipo de gusanos mucho más venenosos y que inexplicablemente crecen, engordan y aumentan en población”. Los pobladores de esta vieja y montañosa nación, seguimos estando indefensos y cada vez lo vamos a estar más, si no se regeneran estos gobiernos, donde, “los jefes de tribu o incluso clan”… ya no les falta, nada más que armar sus ejércitos y emprender de nuevo, las razzias, masacres y devastaciones que durante demasiados períodos de nuestra larguísima historia aquí sufrieron; y sufrimos algunos de los aún vivos, como víctimas de su mayor tragedia y de la que “nos nació un Franco”… que visto el panorama, me atrevo a vaticinar el que no va a ser el último de la historia.

Resumir en este artículo todo lo que aquí ocurre, es imposible; ya he dedicado cientos de artículos simplemente “seleccionando” algo de lo mucho que padecemos y ahí están, junto con miles y miles de otros, escritos por otros… pero que denunciado todo, no sirven para nada… “los administradores se saben impunes y obran como tales”.

De las últimas barbaridades o aberraciones humanas, de esta incivilizada tierra, son los privilegios que aquí se otorgan a asesinos confesos, condenados… algunos multi asesinos y que tras “condenas de risa” y que luego redujeron a tipo de “risotada o carcajada a mandíbula batiente”… trataron a “la tal escoria humana”, como si de vital ciudadano fuera y que tras todo ese despreciable historial… ese asesino múltiple, saldrá a la calle el próximo dos de agosto y se irá a vivir, a un céntrico piso de una importante ciudad, en cuyo bloque y aledaños viven diferentes víctimas de asesinados por la banda del mismo, la que establecida en “sus territorios” como “dueños y señores de horca y cuchillo”… recaudan impuestos, expulsan a los que consideran indeseables y ya han matado (que se sepa) casi un millar de españoles de toda España… “y ello contando con que no tengan nada que ver con la “Masacre de Madrid”, que como sabemos cuenta con doscientos asesinatos, mil ochocientas víctimas más”, etc… y como no se sabe quienes fueron autores e inductores… mientras no se aclare ello, la banda de asesinos de la ETA, son candidatos a tener en cuenta… sencillamente por cuanto en sus planes (y fue publicado muchas veces) estaban el volar trenes en Madrid… como luego volaron impunemente la gigantesca y moderna Terminal del Aeropuerto”.

Calles y plazas o lugares públicos; rotuladas con nombres de asesinos; deshonran a todos los políticos de España y que con el poder suficiente para evitar ese latrocinio, no han obrado con la lógica aplastante para no permitir ello o quitar esas “manchas”… dedicándose por el contrario a quitar otras placas que por otros motivos (aquello fue una guerra declarada) llevaban setenta años colgando de diferentes paredes y que hoy… “nos la refanfinflan a casi todos los españoles”… y no digo todos, puesto que hay muchas “manadas o bandadas de buitres, lobos, zorros y otros carroñeros, que basan su buena vida de hoy, en destapar todas esas carroñas de ayer”. ¿Leyes en España? Dicen que hay infinidad, pero por lo visto no las suficientes; eso sí, cada vez hay mas jueces y juzgados… y cárceles a rebosar… igualmente cada vez hay más delincuencia y de todo tipo; lo dicen las noticias cotidianas y que se publican con suma tranquilidad y como cosa normalísima.

Sí… este es… “un irreal país al que con ese título ya dediqué uno de mis cuentos publicados… que junto al otro titulado los canarios del emperador… eran testimonios y premoniciones de todo lo que está pasando”… cosa que lamento como el que más.

Y mientras, los irresponsables (“responsables se creen los ilusos”) discutiendo como los bizantinos… “si los ángeles pueden ser machos, hembras… o hermafroditas”.



Antonio García Fuentes

(Escritor y filósofo)

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søndag, juni 29, 2008

EL VIRUS DE LA FE

PRIMERA PARTE


SEGUNDA PARTE


TERCERA PARTE


CUARTA PARTE


QUINTA PARTE

HISTORIAS QUE NO DEBEMOS OLVIDAR

laurdag, juni 14, 2008

RELACION DEL PROHIBICIONISMO CON LA RELIGION


El catolicismo y cristianismo en el occidente , es la proyección de la mayor demencia del genero humano , han levantado una religion con la tesis demencial de que “dios mando a su hijo para que lo martirizaran y crucificaran”


Semejante aberración ilusoria ¡ convertida en idea “legitima” teológica! ……..por aquello, de que una mentira repetida mil veces se convierte en “verdad” ……..hizo que el colectivo o masa humana inculta, terminara creyendo esta aberración social hasta este presente !nuestro presente!

La locura de este demencial mito no termina con la anterior aberración , a continuación sigue el imperio Romano creando mas locura mística
diciendo ………..y era necesario que “muriera” para la salvación de la humanidad ,! ......... locura que justifica todo tipo de “sacrificios”
!
Manera magistral como el imperio romano se asegura en las masas la propensión a tener muchos hombres dispuestos “al sacrificio” y sobre todo que "no importa que mueran"… ! el mito lo jutifica ! .Nace la moderna manipulación sicológica de tener “ejércitos al servicio del tirano de turno imperial” ………así “nacen las naciones católicas” y su juego de proyección nacionalista , y bueno , ya todos conocen “que hicieron” estas naciones en el siglo pasado, nada menos que ¡ dos guerras mundiales ………. ¡
La locura no termina ahí…lo que le hicieron a los judíos con toda su persecución en Europa y luego “tirarlos a Palestina” para “deshacerse de ellos” y sobre todo crear así, una enorme cortina de humo con el reciente problema que crearon allá desde 1948…….para que “olvidáramos con el” problema palestino-judío” actual y continuado, el aberrante mundo cristiano europeo quien fue el que verdaderamente lo ocasiono y sus oscuros moldes protoeducativos bélicos . Así los cristianos y católicos ponen de nuevo su granito de arena en los comienzos ¡ la tercera guerra mundial ¡. Ese es el juego de demencia que crean las religiones primitivas

La humanidad occidental en estos últimos 2000 Años transita por civilizaciones que han inventado jurisprudencias verdaderamente atroces, la mayoría de estas leyes han caído por injustas, mas la espiritualidad que las sustento e inspiro ha permanecido......“la cristiana"


Esto no es obra de Dios sino de la más grande brutalidad que caracteriza los apegos del humano a sus costumbres místicas primitivas.



La inquisición religiosa cristiana , no ha terminado ,solo se ha camuflado, se ha mimetizado, o mejor aun se ha disfrazado ; esta oscura neblina de absurdas legislaciones brutalizantes, son expresadas hoy a través de tesis represivas ,como la metodología impuesta para evitar el consumo de psicotrópicos , creando sobre el planeta la llamada mafia y el mundo de la narcoguerra.
pregonada por Norteamérica, preponderantemente esta política ha detenido el desarrollo cultural de millones de humanos subdesarrollados ; para hacer posible la carrera militar de enormes sectores tercermundistas, con el beneplácito de quienes se lucran de este multimillonario negocio a expensas de la miseria y tragedia de dicho pueblo, la elite mundial de fabricantes de tecnología militar , verdaderos bárbaros tecnificados han detenido la evolución humanística planetaria y por lo tanto impedido que este planeta sea vinculado a la cultura universal

Al parecer los que defienden la prohibición , son incapaces de hacerlo con cultura y lógica, la iglesia católica forma parte de esa chusma? Es esa la cultura que dan después de dos mil años?
por que si es “esa”, la cultura media del planeta …………entonces nuestra especie ha gastado miles de horas humanas para dar esa mediocre sombra que al parecer , representan los núcleos que hoy en un lugar donde dicen que se gesto la palabra de dios , no son mas que bestias que descalifican el que la humanidad se autoproclame un ser superior , superior en que?

Esa cultura bélica , es la que ha venido insistiendo en prohibir los sicoativos y plantas como la marihuana que bien usada, nos acerca a las puertas del entendimiento universal de fraternidad y de globalización como especie , pues al usarla correctamente ( sin histeria prohibitiva ni traumas culturales) nos permite acceder a otros planos de entendimiento cultural y cognoscitivo de nuestra naturaleza humana y su interrelación con el macrocosmos y microcosmos .

Al parecer la euforia infantil gringa de los años 60 al redescubrir esto fue hábilmente manipulada por el régimen represivo para hacer que las corrientes antimilitaristas fueran desplazadas por una chusma de entupidos que se fueron por la trampa antinarcoticos que se tendió sobre ellos , es decir llevarlos por los caminos del degeneramiento (los que saben como funcionan las colectividades a los impulsos primarios , y modelos de publicidad entenderán de que estoy hablando) para crear la reactivacion del hecho prohibicionista , sumada a la maniquea estrategia militar para desacreditar su uso y enlodarla con la involución que como modismo lograron introducir a través de su alianza con grupos paramilitares y fabricantes de motos (fabricas que tienen muchos vínculos con los militares) que con sus “motos” y “pandillas ”con escenas en las que usaron toda la maquinaria de Hollywood y sus ídolos, eventos que marcaron una época en la películas y en la realidad que estas suscitan por el modelo de la imagen de imitar….así aparece figuras en el cine casi de la talla del legendario “Marlom Brandom” y muchos otros en adelante, fue una época muy importante, jóvenes se dejan influenciar por esto , para crear estos modelos de conducta social por imitación y sugestión de sus películas de pandilleros en motos “fumadores” y destrozando pequeñas aldeas , cosa que se convirtió en la idea del imaginario colectivo y nace la “opinión publica” creada a partir de este truco y por supuesto “los imitadores que la corroboran para crear la realidad a partir del cine-ficción y hacer del mariguanero la imagen- lumpen así , de tal manera que crean la imagen “fumador de marihuana” bajo este estereotipo y es el que ha, acompañado al imaginario colectivo, y las muchedumbres o masas de civiles, que les creen, al “establecimiento oficial” (cultura agringa represiva) y todo el engaño, que proviene de la alta manipulación informática , mecanismo que poseen los gringos y lo dominan a perfección .


Zombis creados por la religion


la religion puede crear cualquier ilusion .....la criminal era prohibicionista que criminaliza las plantas psicoactivas forma parte del lavado de cerebro que produce generaciones completamente locas ...creyendose cuerdos

fredag, juni 13, 2008

LA PROHIBICIÓN DE DROGAS,



durante la prohibicion de la drogas, suceden enormes crisis economicas

articulo de Martín Barriuso Alonso

LA PROHIBICIÓN DE DROGAS, DEL TABÚ MORAL A LA DESOBEDIENCIA CIVIL

“Las sinrazones que se soportan pacientemente cuando parecen inevitables se tornan insufribles una vez sugerida la idea de escaparse de ellas.”
Alexis de Tocqueville
Resumen
El debate sobre la legalización de las drogas se inicia poco después de la aprobación del Convenio Internacional de La Haya, de 1912, sin que los términos en que se plantea hayan variado apenas desde entonces. Mientras, el sistema de prohibición, a pesar de las numerosas críticas que recibe y de las abrumadoras evidencias de su carácter contraproducente, se sostiene en pie con una fortaleza que solo se explica por los intereses ocultos a los que realmente sirve, que lo convierten en rentable a pesar de su aparente fracaso. Ello hace que los argumentos racionales se estrellen contra ese complejo entramado de intereses, defendidos por la triple estructura de la prohibición: tabú moral, norma legal y conflicto bélico. Por otro lado, las tendencias globales que sostienen la prohibición van seguramente a permanecer sin grandes cambios a medio plazo. En consecuencia, dado que las razones se revelan insuficientes, solo la vía de la acción parece ofrecer perspectivas de cambio inmediato en el necesario camino hacia la tolerancia y la normalización.
En el presente trabajo se intenta analizar la situación actual del debate sobre políticas de drogas y los retos que plantea, para repasar luego someramente la actividad de los últimos diez años del movimiento antiprohibicionista –especialmente el cannábico- del estado español (en el que el autor ha participado activamente), una experiencia de respuesta a las políticas prohibicionistas relativamente exitosa, cuyos elementos más destacables han sido el asociacionismo de usuarios, la práctica de la desobediencia y la colaboración con colectivos de diversos países que agrupan a otros sectores afectados negativamente por la prohibición. A partir de ahí, se pretenden encontrar líneas estratégicas que puedan servir al conjunto del movimiento antiprohibicionista para superar la actual situación y tratar de construir un modelo de mercado legal que provoque la menor cantidad posible de efectos colaterales negativos para todos los eslabones de la cadena de producción, transformación, venta y consumo de drogas ilícitas.





Legalización: ¿debate eterno?
Hace mucho que el debate sobre la legalización de las drogas dejó de ser merecedor de tal nombre. La razón es simple: La discusión la ganaron hace tiempo los enemigos de la prohibición. Por supuesto, ganar la discusión no significa en absoluto haber ganado la lucha contra la misma. Lo que ocurre es, sencillamente, que el discurso oficial no ofrece respuestas consistentes a los argumentos antiprohibicionistas.
No es objetivo de este trabajo entrar a analizar con detenimiento los argumentos que se oponen a la prohibición mundial de drogas, pero sí que podríamos resumir dichos argumentos en tres líneas principales. La primera, cuyo representante más conocido es el estadounidense Thomas Szasz (1993), plantea que la pretensión de impedir por la fuerza a personas adultas y capaces el consumo de cualquier sustancia es ilegítimo y viola los derechos de las personas, permitiendo al Estado inmiscuirse en asuntos que no son de su competencia.
La segunda queda perfectamente resumida en el título del manifiesto que varios cientos de personalidades de todo el mundo hicieron público con motivo de la Sesión Especial sobre Drogas de las Naciones Unidas de 1998: “Creemos que la guerra contra las drogas causa más daño que las drogas mismas”. Otro manifiesto publicado al mismo tiempo, el de la Coalición Internacional de ONGs por una Política de Drogas Justa y Eficaz, resume esos daños en: a) muertes violentas y violación de derechos humanos básicos; b) muertes y enfermedades por adulteración, transmisión de enfermedades, mala dosificación, etc.; c) criminalización y marginación de las mismas personas que dice querer proteger; d) daños al medio ambiente; e) violaciones de la soberanía nacional; f) desgaste de fondos que podrían destinarse a otros usos; y g) erosión del Estado de Derecho con órganos supranacionales que escapan al control democrático y la extensión de la arbitrariedad y la corrupción.
La tercera línea argumental es la que plantea que la actual separación legal entre unas drogas prohibidas sobre la base de su supuesta peligrosidad y otras que se permiten por su menor riesgo, carece de base científica. Con frecuencia, estas tres líneas de argumentación aparecen entrelazadas y constituyen la base ideológica de la mayoría de grupos antiprohibicionistas del mundo.
Si miramos atrás, veremos que los primeros textos contra la prohibición incluyen muchas de las razones arriba expuestas, aunque sea, como era de esperar, en forma mucho más esquemática que en el presente. En el caso de España, los primeros artículos de prensa de carácter antiprohibicionista, obra del periodista republicano Carlos Esplá, datan de 1921. Al año siguiente, en Italia, el teórico anarquista Enrico Malatesta rechaza las leyes contra la cocaína con argumentos que mantienen aún hoy todo su vigor: “Cuanto más severas sean las penas impuestas a los consumidores y a los negociantes de cocaína, más aumentará en los consumidores la atracción por el fruto prohibido y la fascinación por el peligro afrontado, y en los especuladores, la avidez de ganancia, que es ya ingente y crecerá con el crecer de la ley”. Malatesta plantea como alternativa la liberalización del comercio de cocaína combinada con campañas informativas acerca de sus peligros.
Como vemos, existe una continuidad entre el discurso de los primeros críticos y los actuales, una continuidad que supera, incluso, las teóricas barreras ideológicas entre izquierda y derecha. Frente a estos discursos críticos cada vez más elaborados y fundamentados en datos científicos, el discurso oficial mantiene también una desesperante inmutabilidad. De hecho, la forma en que las instituciones responsables en la materia rechazan los ataques dialécticos de sus opositores se reduce, fundamentalmente, a un mecanismo que podríamos denominar “contestador automático” y que consiste, simplemente, en repetir hasta la saciedad, independientemente de los términos en que se plantee la discusión, una serie de consignas oficiales que apenas han variado desde el nacimiento del prohibicionismo organizado en los Estados Unidos del final del siglo XIX (Escohotado, 1994).
Las instituciones internacionales encargadas del control de las drogas ilícitas mantienen inalterados sus planteamientos, como si nada de lo que se diga o haga pudiera hacer mella en su naturaleza monolítica. Es bien significativo que el plan que el PNUCID (Programa de las Naciones Unidas para el Control Internacional de Drogas) presentó en la Sesión Especial sobre Drogas de 1998 se titulara “1998-2008: Un mundo sin drogas. Podemos consegurilo”. Poco importa que los plazos para la completa y definitiva erradicación de cultivos que se fijaron en la ya lejana Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 (quince años para el opio y veinticinco para cannabis y coca) hayan vencido y se hayan prorrogado una y otra vez. En cada ocasión, los responsables del fracaso encuentran nuevos motivos para el optimismo y fijan un nuevo lapso (Blickman, 1998), en lo que el New York Times, en su editorial dedicado a la citada Sesión Especial del 98, denominó “reciclaje de políticas irrealistas”. Por su parte, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes condena año tras año en sus informes las políticas basadas en la tolerancia de países como Holanda o Suiza y rechazan iniciativas de reducción de riesgos de eficacia probada, como los programas de dispensación controlada de heroína o las salas de consumo higiénico.
Una y otra vez, a pesar de que hay un creciente número de gobiernos críticos, las resoluciones y programas que los organismos de la ONU presentan a los países firmantes de los tratados anti-droga se aprueban por unanimidad, mostrando hasta qué punto cuesta cambiar las cosas en este campo. En este sentido, la prohibición global de drogas tiene una enorme similitud con la Torre de Pisa: Desde antiguo había razones de peso para asegurar que terminaría por caerse, pero generaciones enteras de pisanos nacieron y murieron a sus pies sin que el momento de la caída llegara nunca. Después, cuando se consideró que la situación era ya insostenible y se adoptaron medidas, estas consistieron en ponerla más erguida, pero no del todo, ya que para entonces había un gran interés (basado, sobre todo, en los ingresos por turismo) en mantener la sensación de precariedad. De igual manera, si la torre prohibicionista no acaba de caer ni de ponerse derecha es por la gran cantidad de gente que obtiene beneficio de tan anómala situación. Por tanto, podemos seguir debatiendo ad nauseam sin que el edificio prohibicionista llegue a estar realmente en peligro[i][i].





La prohibición de drogas: Ley, tabú y guerra.
Aunque la prohibición de drogas se plasma en una larga serie de normas legales que van desde las citadas convenciones de las Naciones Unidas hasta bandos municipales, pasando por Códigos Penales y legislación administrativa de ámbito estatal y regional, lo cierto es que se trata de un fenómeno que abarca no solo el derecho, sino la moral, la economía y otros numerosos ámbitos de la vida social. Las dificultades para ir avanzando hacia la legalización tienen mucho que ver con el hecho de que el tratamiento que recibe el fenómeno de la producción, venta y consumo de drogas ilegales vaya mucho más allá del que suele corresponder a la persecución de la mayoría de delitos y faltas.
La prohibición de drogas es una materia que no solo atañe a la razón sino que toca sentimientos de amplias capas de la población de muchos países. Aunque la existencia de una prohibición global de drogas sea un fenómeno del siglo XX, lo cierto es que la existencia de tabúes o prohibiciones de ciertas formas de ebriedad es mucho más antigua. La cultura occidental, merced a la influencia de la moral judeo-cristiana, ha levantado un tabú moral en torno a ciertas sustancias desde hace siglos, y los fenómenos de prohibición, a veces transitoria, de drogas ajenas a la propia cultura –como sucedió con el café o el tabaco- han sido recurrentes. Diversos estudios antropológicos parecen demostrar que algunas de estas prohibiciones, referidas sobre todo a drogas visionarias o alucinógenas, han llegado incluso a incorporarse al inconsciente colectivo (Fericgla, 1994).
Todo ello, unido a décadas de propaganda prohibicionista –incluyendo la difusión sistemática de noticias alarmistas, generalmente infundadas, algo especialmente notorio en el caso del cannabis (Herer, 1995)- ha llevado a que las drogas prohibidas provoquen miedo y asco a millones de personas, haciendo difícil el diálogo abierto sobre las mismas, estigmatizando a quienes tienen contacto con ellas y fomentando la falsa imagen social de que ciertas sustancias funcionan como una infección microbiana capaz de invadir y dañar un cuerpo social sano[ii][ii]. En este sentido, si comparamos las características de un tabú moral y una prohibición legal típicos (ver cuadro) comprobaremos que la prohibición de drogas presenta simultáneamente características de ambos.

Prohibición.
1. Se basa en la razón.
2. Tiene un carácter dialogado y adaptable a la realidad.
3. Es convencional y provisional.
4. Protege un bien jurídico y combate delitos o faltas.
5. Se limita a hechos concretos
6. Los transgresores siguen siendo sujeto de derechos
Tabú.
1. Apela a los sentimientos.
2. Se considera indiscutible e inmutable.
3. Se considera natural y, por tanto, invariable en el tiempo
4. Protege un valor moral y combate un vicio.
5. Tiene un carácter abstracto y abierto
6. Quienes lo transgreden pierden los derechos que les correspondieran



En efecto, tanto la imagen social de las drogas ilícitas como su tratamiento legal superan el marco de la prohibición para adquirir características en principio privativas del tabú. Hay numerosos hechos que sustentan esta afirmación para cada uno de los puntos citados en el cuadro anterior, entre los que cabe citar:
Los informes científicos que sistemáticamente han venido cuestionando la validez científica de la actual división entre drogas lícitas e ilícitas no han provocado modificaciones en la ley. La alarma social, real o ficticia, ha sido el criterio que ha primado históricamente a la hora de ampliar las listas de drogas prohibidas: Se prohíbe lo que asusta a la sociedad, no lo que la daña. Para alimentar esa alarma social, la propaganda oficial utiliza constantemente recursos sentimentales. Las campañas dirigidas a disuadir del consumo suelen utilizar mensajes muy impactantes e imágenes escabrosas, incluso repugnantes, intentando asociar siempre droga con muerte, sangre, sufrimiento, etc. También son constantes las alusiones a la infancia, así como imágenes tremendistas en las que aparecen niños, en algunos casos consumiendo drogas[iii][iii].
En muchos países se considera delito el presentar las drogas prohibidas desde un prisma favorable, así como cualquier conducta que pueda interpretarse como apologista, estando vetados los mensajes antiprohibicionistas.
Las listas pretender tener una validez tan duradera que han llegado a incluir sustancias aún sin sintetizar y, por tanto, de propiedades desconocidas.
La Convención Única de 1961, matriz de la Prohibición vigente, dice estar destinada a proteger la salud, no solo física, sino también moral, de la Humanidad.
Los delitos contra la salud pública suelen ser de tipos abiertos y peligro abstracto. En otras palabras, no precisan consumarse y abarcan cualquier conducta que se considere que puede favorecer, aunque sea indirectamente, la comisión del delito.
Son numerosos los mecanismos excepcionales que se prevén para los delitos relacionados con drogas prohibidas, que van desde la confiscación y subasta de bienes previas a la existencia de sentencia firme, hasta la inversión de la carga de la prueba -que lleva a veces a la presunción de culpabilidad-, pasando por la entrada en el domicilio sin mandamiento judicial o el encarcelamiento preventivo incondicional. Por otro lado, es frecuente la privación de derechos sociales a las personas condenadas y a su entorno.
Por otra parte, la Prohibición tiene un carácter netamente bélico. Aparte de la declaración formal de “guerra contra las drogas” que el presidente estadounidense Nixon realizara en 1973, todo indica que, efectivamente, nos encontramos ante un conflicto que reúne todas las características necesarias para ser considerado como una guerra. En efecto, la masiva participación de militares en las tareas anti-droga, los medios técnicos empleados –que van desde satélites artificiales hasta fumigación masiva con pesticidas, pasando por artillería o helicópteros- y otra serie de elementos típicos como la existencia de estrategias, espionaje, etc., apuntan sin duda hacia una guerra clásica.
Sin embargo, el resto de elementos hacen de esta una guerra difusa, dado que dice combatir algo tan atípico como una serie de plantas y de sustancias químicas y que carece de frente de batalla o retaguardia (nota guerra terrorismo). Como es evidente que no se puede librar una guerra contra seres inanimados, el enemigo no es otro que las personas que producen, transportan, venden y consumen las drogas proscritas. Con excepción de quienes pertenecen a algún grupo armado -sea estatal, paraestatal, insurgente o mafioso- de los que controlan sectores de la producción y venta de algunas drogas, la gran mayoría de esas personas no poseen armas ni oponen resistencia violenta alguna, lo que convierte a esta guerra en excepcionalmente asimétrica, comparada con aquellas a las que estamos acostumbrados (aunque, tras la Guerra del Golfo y la reciente invasión estadounidense de Afganistán, tal vez deberíamos decir que estábamos acostumbrados).
A falta de un cómputo global fiable, no parece exagerado afirmar que, como consecuencia de las políticas de fiscalización internacional de drogas, miles de personas mueren todos los años tanto en operativos policiales y militares como en ejecuciones legales e ilegales en numerosos países, millones se hallan encarceladas en todo el mundo por delitos relacionados con las mismas, y decenas de millones sufren todo tipo de daños, que abarcan desde la violencia física hasta el desplazamiento forzoso, además de restricción de derechos ciudadanos básicos, limitaciones a la libre circulación, ataques a su salud y a su medio ambiente, etc. Si añadimos la influencia decisiva que la prohibición de drogas ha tenido en diversos conflictos armados de corte clásico, pagando armas y tropas, financiando operaciones encubiertas y provocando combates para controlar zonas de cultivo ilícito, nos encontraremos con que la guerra contra las drogas ha sido una de las más cruentas y destructivas del siglo XX y, si las cosas no cambian, tal vez también del XXI. Si a todo lo anterior le sumamos los daños sanitarios y sociales debidos a adulteraciones, transmisión de enfermedades infecciosas y otros efectos secundarios de la vertiente “civil” de la prohibición de drogas, la conclusión es que nos hallamos ante una catástrofe de dimensiones planetarias, una catástrofe perfectamente evitable, cuyo origen se halla en una serie de políticas deliberadas cuyos efectos nocivos son conocidos desde hace años por sus responsables. Por tanto, no parece exagerado afirmar que la prohibición de drogas, en su forma actual, es un crimen contra la Humanidad.



Los puntales de la torre inclinada.
A pesar de que la idea de que las actuales políticas de drogas son un fracaso está cada vez más extendida, los responsables últimos de estas atrocidades siguen teniendo una elevada consideración social, siendo percibidos como benefactores de la Humanidad que se esfuerzan por liberar a la misma de los peligros de “la droga”, una amenaza omnipresente que, como ya hemos dicho, se hace aparecer con todas las características de una epidemia capaz de propagarse por sí sola. Ello es debido a la triple estructura (norma, tabú y guerra) de la que acabamos de hablar, un mecanismo análogo al de la caza de brujas en la Europa de los siglos XIII al XVII[iv][iv]. Productores, vendedores y usuarios de drogas desempeñan así el rol de chivo expiatorio (Szasz, 1985), de forma que, igual que la originaria caza de brujas sirvió para frenar la ola de sublevaciones militar-mesiánicas provocadas por las enormes desigualdades sociales de la época (Harris, 1974), la actual guerra contra las drogas juega un papel fundamental como cortina de humo para ocultar las verdaderas funciones de las políticas de control de drogas. Si ya es difícil parar una guerra, más aún lo es si va envuelta en la cáscara protectora de un tabú ancestral que el aparato propagandístico alimenta sin cesar. De esta manera, la legislación prohibicionista goza de la protección de un doble blindaje.
Los intereses que oculta la prohibición son numerosos, algunos de ellos no demasiado evidentes[v][v]. Por un lado están los beneficios económicos y políticos que obtienen directamente los estados. La guerra contra las drogas permite justificar la aprobación de legislaciones excepcionales de control social y la persecución contra grupos étnicos o inmigrantes con la excusa del narcotráfico; reduce el control en materia de derechos humanos; incrementa los poderes de jueces, policía y ejército; proporciona ventajas en el terreno de la diplomacia; y aporta ingentes cantidades de dinero totalmente opaco con el que financiar operaciones encubiertas o enriquecer a las clases dirigentes. Por otra parte, estas políticas generan un enorme aumento de precios, incrementando la dinámica de acumulación de capital, a la vez que protegen ciertos monopolios farmacéuticos de facto. Además, se ha creado un enorme entramado parainstitucional, formado sobre todo por ONGs, que se podría denominar lobby preventivo-asistencial, que obtiene grandes sumas de dinero e influencia social, a la vez que controla los mensajes que la sociedad civil recibe en torno a las drogas.
Si a todo lo anterior le añadimos el hecho de que las instituciones internacionales encargadas de elaborar y aplicar las políticas de control de drogas carecen de un control democrático efectivo y dan crecientes muestras de corrupción, y le sumamos que los Estados Unidos, primera potencia mundial y principal promotor de la guerra contra las drogas, refuerza su papel de liderazgo, estableciendo un férreo control en la materia y justificando intervenciones policiales y militares en el exterior (Nadelmann, 1993), comprenderemos porqué la torre da tan pocas muestras de tambalearse a pesar de la enorme cantidad de razones que parece haber para que tal cosa suceda.
En realidad, la afirmación de que la prohibición de drogas ha fracasado, algo que oímos repetir con creciente frecuencia, es errónea. La prohibición solo ha fracasado si nos empeñamos en creer que se trata de un medio dirigido a la consecución de los fines declarados en las convenciones internacionales: La protección de la salud física y moral de la humanidad en la de 1961 o la desaparición del tráfico ilícito en la de 1988. Pero si cambiamos el punto de vista y consideramos que, en realidad, la prohibición es un fin en sí misma, analizando hasta qué punto sirve eficazmente para proteger una serie de intereses económicos y políticos, descubriremos que prohibir ciertas drogas ha sido para muchos el “gran negocio del siglo” (Markez, 1994). Así que lo que sucede en realidad es que la prohibición cumple muy diversos objetivos, solo que esos objetivos nunca aparecen en los discursos ni en los informes oficiales porque, evidentemente, son inconfesables.
No quiero terminar este apartado sin poner un ejemplo concreto que ilustra a la perfección lo que acabo de exponer, dado que incluye varios de los apartados arriba mencionados. Además, se trata de un ejemplo de total actualidad tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la posterior invasión estadounidense de Afganistán. Es el que podríamos llamar “caso Dil Jan Khan”. Según su biografía oficial[vi][vi], este pakistaní comenzó su carrera, allá por 1978, como consejero de la embajada de su país en Afganistán, para convertirse, tras la invasión soviética, en el máximo responsable de la frontera entre ambos países, de 1980 a 1993. Durante ese período, Afganistán aumentó paulatinamente su producción de opio, hasta convertirse en el primer productor mundial. El destino final de la heroína que se obtenía del mismo no era otro que los Estados Unidos (Labrousse, 1994), donde el presidente George Bush padre aseguraba, en 1989, que “construiría todas las cárceles que fueran necesarias para encerrar a los narcotraficantes”.
Este tráfico, casi en su totalidad, se producía a través de la frontera pakistaní, cuyo régimen lo toleraba abiertamente a instancias del propio gobierno norteamericano, que consideraba a la resistencia afgana un valioso aliado frente a la URSS y al Irán del ayatollah Jomeini. La propia agencia anti-droga estadounidense, la DEA, reconocía en sus informes que los grupos afganos participaban directamente en el tráfico a escala local e internacional. Con el dinero obtenido se pagaban buena parte de las armas empleadas por la resistencia islamista, así como las madrassas, las escuelas coránicas donde se educaba, con los textos religiosos proporcionados por Arabia Saudí como único material didáctico, a los huérfanos de guerra recogidos por la resistencia (la guerra dejó sin padres a 220.000 niños) que acabarían convirtiéndose en los recientemente derrocados talibanes. Pero eso sería años más tarde. En aquel momento, a caballo entre la década de los ochenta y los noventa, los futuros talibán eran aún niños, el responsable de la frontera era el citado Dil Jan Khan y el contacto de los servicios secretos pakistaníes con la resistencia al otro lado de la frontera era un príncipe saudí, ahora famoso, llamado Ossama Bin Laden.
Todos sabemos (o, al menos, eso nos han contado) cómo ha terminado Bin Laden. De hecho, se podría decir que la llamada “guerra del mundo contra el terrorismo” se ha desatado por un conflicto entre el país promotor de la “guerra contra las drogas” y uno de sus antiguos subordinados-aliados en la misma. Dil Jan Khan, en cambio, ha permanecido fiel. A pesar de que bajo su jurisdicción circularon los que probablemente sean los mayores alijos de opio y heroína de la historia -¿o acaso sería mejor decir que precisamente gracias a ello?-, este individuo llegó a convertirse en uno de los trece miembros de la JIFE. En 1998, en la época de la Sesión Especial sobre Drogas de la ONU, justo cuando la erradicación del opio en Afganistán era la prioridad número uno del PNUCID, Jan Khan era nada menos que vicepresidente primero de la JIFE, órgano encargado de fiscalizar las políticas gubernamentales y garantizar el cumplimiento de los objetivos de las convenciones internacionales en materia de drogas. En el momento de redactar estas líneas, mientras George Bush Jr. lidera una nueva cruzada mundial, Dil Jan Khan es aún miembro de la misma, mostrando hasta qué punto la defensa de la “salud física y moral de la Humanidad” se ha convertido en un sarcasmo y ayudándonos a entender las razones por las que la JIFE es tan hostil a todo lo que huela a legalización de las drogas.

La reducción de daños: Los límites del freno de emergencia.
Merece la pena detenerse aquí un momento para examinar la que para muchos es una posible vía de salida a la situación de bloqueo en que nos ha colocado el prohibicionismo: las llamadas políticas de reducción de daños o de riesgos. Desde que hiciera aparición el concepto de “reducción de daños”, sus defensores han solido presentarlo como una “alternativa radical” (O’Hare et al., 1992) a las políticas habituales en materia de drogas, basadas en la abstinencia como objetivo final. En efecto, la idea de reducir al mínimo tanto los riesgos como los daños, en lugar de insistir en eliminar el consumo a costa de aumentarlos, es un giro casi copernicano en el terreno conceptual y ha permitido avances muy significativos. No obstante, este tipo de políticas se enfrenta a numerosas limitaciones y paradojas que la convierten, en la práctica, en una medida paliativa, necesaria pero no suficiente, frente a los estragos de las políticas prohibicionistas.
En primer lugar, las políticas de reducción de daños abarcan solo una parte muy pequeña de los daños que tendrían que combatir (Barriuso, 2000). Aunque se suele hablar de “daños relacionados con las drogas”, sería más adecuado decir “relacionados con el consumo de drogas”. Tanto los programas de dispensación controlada de sustancias (sea heroína, metadona, buprenorfina u otras), como los programas de intercambio de jeringuillas, las salas de consumo higiénico o los escasos programas de testado de sustancias responden a problemas de las personas situadas en el último eslabón de la cadena, dejando de lado los daños relacionados con la producción y el tráfico, algunos muy importantes.
En segundo lugar, los programas desarrollados hasta el momento se han centrado, fundamentalmente, en usuarios de opiáceos y/o por vía inyectada, dejando fuera a la mayor parte de consumidores, especialmente al numeroso colectivo que utiliza el cannabis. Con escasas excepciones, las actuaciones se han centrado en aquel sector de consumidores de drogas ilícitas que se aparta menos de los estereotipos de dependiente-enfermo-persona con problemas.
Pero la principal limitación de las políticas de reducción de riesgos y daños es el carácter paradójico que tienen en el marco legal actual y las contradicciones entre sus objetivos y los de las leyes penales. La paradoja consiste en que, en realidad, los daños que se pretende reducir están provocados, fundamentalmente, por la prohibición. Si ha habido dificultades para conseguir jeringuillas limpias es porque primero se decidió impedir el acceso a las mismas a los usuarios. Si las sustancias están adulteradas, es por la falta de control de calidad a causa de la ilegalidad. Por tanto, se trata de paliar errores debidos a políticas que se mantienen vigentes y que, en muchos países, suponen constantes obstáculos legales al desarrollo de muchos programas en este terreno. En realidad, si la idea de la reducción de daños fuera el principio rector de las políticas de drogas, la primera medida a adoptar sería terminar con las actuales políticas prohibicionistas.
Todo lo anterior no significa, por supuesto, que las políticas de reducción de daños no sean un instrumento valioso para mejorar la deficiente situación actual, pero está claro que su carácter de “alternativa radical” hace que solo sean viables en la medida en que renuncien a cuestionar a fondo la legislación penal. Es evidente que las políticas de reducción de daños pueden suponer avances positivos en la imagen social y en la calidad de vida de las personas usuarias de drogas y favorecer políticas más tolerantes y menos represivas, pero también es cierto que muchas de ellas son perfectamente asumibles desde el discurso oficial, que habla de la necesidad de castigar el tráfico mientras se asiste a los usuarios, soslayando, entre otros, el debate sobre la legalización. De esta forma, buena parte de la opinión pública llega a aceptar como necesarias ciertas prácticas de reducción de daños, sin cuestionar en ningún momento la premisa prohibicionista.
Aún así, la reducción de daños y riesgos no lo va a tener fácil ni en el mejor de los casos. No hay que olvidar que se trata de un planteamiento que se encuentra afianzado en muy pocos países del mundo, y que en los documentos de la Sesión Especial de la ONU de 1998, cuando se habla de las prioridades para los siguientes diez años, no se menciona ni una sola vez la reducción de daños. Y todavía solo ha transcurrido la mitad de ese plazo.

Mirando en perspectiva
Todo indica que las tendencias geopolíticas y económicas globales que favorecen el mantenimiento de una legislación de drogas netamente prohibicionista no solo van a mantenerse en el futuro, sino que es probable que se acentúen. La situación internacional creada tras los atentados del 11-S refuerza la tendencia al liderazgo de los Estados Unidos, lo cual, visto el papel que este país ha jugado en la guerra contra las drogas, no puede significar más que una mayor presión para hacer aceptar la idea de que, si las políticas prohibicionistas no han dado los resultados apetecidos, se debe a que no se han aplicado con la suficiente intensidad y dureza.
La estructura de las instituciones responsables de las políticas mundiales de drogas, por otra parte, no favorece en absoluto un cambio. Si hay un terreno en el que la tan traída y llevada globalización, en su peor acepción, es una realidad boyante desde hace tiempo, ese es el de las sustancias ilícitas. Décadas de tratados internacionales de obligado cumplimiento en todo el mundo, construidos al dictado de unas pocas potencias interesadas, han llevado a una estructura vertical y centralizada, donde la posible participación ciudadana democrática tiene que atravesar tantas cribas y barreras que difícilmente llegarán a influir en las grandes decisiones. La burocratización y corrupción de organismos como el PNUCID o la JIFE es tan evidente que nadie puede creer que desde allí llegue ningún tipo de propuesta realista. Como ya dijo alguien, “no hay nada más difícil que convencer a alguien cuyos ingresos dependen de no dejarse convencer”.

De momento, además, no parece haber un gran movimiento de oposición, al menos no de la entidad suficiente como para poder provocar cambios significativos. A pesar de que hace ya muchos años que apareció, el discurso antiprohibicionista es aún disperso y poco consistente, con abundantes aportaciones individuales o de grupos aislados, pero pocas organizaciones amplias dotadas de unas ideas-fuerza bien estructuradas. El intento más consistente hasta el momento ha sido la ya mencionada Coalición Internacional de ONGs por una Política de Drogas Justa y Eficaz, constituida en 1998 por más de 100 grupos de 25 países, que, tras un periodo de letargo, se ha puesto nuevamente en marcha y continúa realizando campañas públicas y labor de lobby, sobre todo a nivel europeo. Pero la influencia de la Coalición es muy limitada y, además, aún habrá que ver cómo afronta en el futuro la enorme pluralidad ideológica que alberga en su interior.
Un asunto especialmente llamativo es la ausencia de la cuestión de las drogas en los foros en los que se ha venido gestando el llamado movimiento anti-globalización. La existencia de una guerra mundial contra las drogas parece no ser percibida por este movimiento, acaso porque las políticas anti-drogas -antiguas, afianzadas y respaldadas por un consenso social que en muchas regiones del mundo nadie osa cuestionar- aparecen ante muchos como una especie de telón de fondo, en apariencia inmutable, frente al que no se concibe siquiera la posibilidad de enfrentarse organizadamente.
Las posturas mantenidas durante muchos años desde la izquierda política tradicional, poco alejadas en general de las ideas dominantes, han contribuido a que este tema apenas figure en las agendas de debate y movilización. Es significativo que ni el Foro Social Mundial de Porto Alegre ni el Europeo de Florencia le hayan prestado apenas atención a la cuestión de las políticas de drogas. Entre los cientos de foros y talleres programados en ambos eventos durante 2002, las drogas solo figuraron en dos o tres, que se celebraron además fuera de los recintos principales, reuniendo apenas a un puñado de interesados.
Por otra parte, todo parece indicar que los posibles cambios a escala global se producirán, si es que se producen, de forma que afecten en la menor medida posible a los intereses de los grupos de presión que actúan en este terreno. El ritmo desesperantemente lento al que se están produciendo los cambios en el terreno del cannabis medicinal, incluidos saltos atrás, y la forma en que se modifican las listas de sustancias sometidas a fiscalización son un aviso de por dónde deberá ir cualquier cambio que pretenda tener el visto bueno de los organismos de las Naciones Unidas (y lo mismo vale, aunque con matices, para la Unión Europea): Tras años de presión social y mediática, y ante las abrumadoras evidencias científicas acerca de que efectivamente el cáñamo, como se sabía desde antiguo, posee numerosos usos terapéuticos y paliativos, se termina por autorizar, en un lento goteo, solo principios activos aislados, especialmente los sintéticos, sometidos a patente y que solo pueden producirse en el laboratorio.
Aunque son mucho más caros y se ha demostrado que en numerosas patologías son menos eficaces que los cannabinoides naturales, en los pocos países donde se va permitiendo el uso de derivados del cannabis con fines medicinales se suele optar por los cannabinoides sintéticos, mientras se sigue castigando, incluso con la cárcel, el simple cultivo de marihuana para el propio consumo. No es arriesgado suponer, dado que muchas firmas farmacéuticas han realizado importantes inversiones en la investigación sobre aplicaciones del cannabis (Markez et al., 2002), que en los próximos años asistiremos a la aparición en las farmacias de un número creciente de preparados farmacéuticos a base de cannabinoides seleccionados por carecer de efectos psicoactivos, mientras se mantiene la presión represiva sobre el cáñamo, sobre todo el destinado al uso recreativo[vii][vii]. Es muy probable que asistamos al mismo proceso cada vez que se descubran en una sustancia ilícita propiedades terapéuticas que sean susceptibles de explotación comercial a gran escala.
Por tanto, es poco probable que los posibles cambios a corto y medio plazo procedan de las instituciones internacionales. Prácticamente todos los avances que se han producido en las últimas décadas en el terreno de la normalización y de la reducción de daños, cuyo principal escenario ha sido Europa, se han producido a escala local o regional. La tendencia a que cuanto más gigantesca y lejana sea una institución, más propensa se muestre a la corrupción, la inercia y la opacidad es un fenómeno extendido a todas las cuestiones políticas. Pero el hecho de que las normas sobre drogas estén férreamente jerarquizadas a partir de convenios globales prácticamente inamovibles desde hace décadas hace que el margen de maniobra de los estados, los gobiernos regionales y los ayuntamientos sea escaso en el caso de las drogas ilícitas.
Cada vez que una institución intenta dar un paso hacia la normalización de las drogas, suele encontrar numerosos obstáculos procedentes de las instancias superiores. A los ayuntamientos y gobiernos regionales les ponen freno los estados y a los estados los organismos internacionales, mediante un mecanismo muy eficiente que hace que cualquier experiencia especialmente novedosa se encuentre siempre con un auténtico calvario legal. De esta manera, puede costar casi diez años poner en marcha un simple ensayo clínico con heroína, como ha sucedido en Andalucía, dado que las convenciones prevén unos mecanismos de fiscalización diseñados expresamente para dificultar cualquier actividad contraria a las directrices prohibicionistas dominantes.
Con este panorama, hay pocas razones para el optimismo. Si bien es probable que la reducción de riesgos experimente una paulatina extensión en los próximos años, avance que cabe esperar que será lento, las líneas maestras de las políticas anti-drogas pueden no cambiar en décadas. El prohibicionismo, igual que el neoliberalismo, parece estar ahí para quedarse algún tiempo. La cuestión, por tanto, debería ser qué se puede hacer para que algo cambie en estos tiempos de inmovilismo internacional.

La prohibición no atiende a razones
Este es el desolador panorama al que se enfrenta el movimiento antiprohibicionista a escala mundial. Sin embargo, la situación no es en absoluto uniforme en todos los lugares. Puede que tengan razón quienes, como decíamos antes, creen que la prohibición es, hoy por hoy, una especie de telón de fondo inamovible. Pero eso no significa que no se pueda hacer nada para cambiar el resto del escenario, algunas luces y, sobre todo, el guión que interpretan los numerosísimos actores que intervienen en un fenómeno que involucra a tantas instancias sociales y políticas diferentes. El tener en contra al director o al responsable del decorado, incluso el hecho de que el guión principal esté claramente censurado, no impide que se pueda meter alguna que otra “morcilla” en el texto y tratar de que aparezcan nuevos elementos en escena, elementos que, si se mantienen bajo los focos tiempo suficiente, pueden llegar a captar la atención e incluso el apoyo del público, que es quien, en última instancia, paga para que la función continúe.
Los años venideros van obligar a quienes desean cambian de raíz las políticas de drogas a realizar tareas muy variadas. Por un lado, está claro que hay que persistir en la construcción de un discurso coherente y bien fundamentado frente a la prohibición, un discurso que huya de los argumentos facilones y evite el apologismo, a fin de poder agrupar a sectores lo más amplios posibles, no solo de la opinión pública en general, sino especialmente a los más vinculados con el fenómeno de las drogas y a los colectivos directamente afectados por las políticas actuales. Sin embargo, no se trata ya tanto de argumentar porqué es mala la prohibición, sino de pensar alternativas concretas e idear y difundir estrategias destinadas a ponerlas en marcha.
Además, este campo de las alternativas concretas es un reto especialmente importante para quienes tratan de parar la guerra contra las drogas desde posiciones críticas hacia el vigente orden internacional. Los antiprohibicionistas partidarios del neoliberalismo dominante, en cambio, no necesitan alternativas: Según ellos, no es necesaria regulación alguna, ya que las leyes del mercado se encargarán de regular las cosas[viii][viii]. Sin embargo, quienes plantean un cambio radical deberían ir pensando desde ahora en dónde piensan aterrizar cuando llegue la hora de descender a la realidad de cada día. Sobre todo, si pretenden que su discurso sea creíble para una buena porción de la sociedad.
Pero está claro que la simple construcción de un discurso fuerte no basta. Existen un número increíble de argumentos de peso a favor de un marco legal no prohibicionista, con una cantidad ingente de publicaciones donde expertos en todo tipo de materias se muestran a favor del mismo, pero eso no ha hecho que nos encontremos por ello más cerca del fin de la prohibición que en 1921, incluso puede que más lejos. Ni siquiera la masiva difusión de estos argumentos, incluso cuando se produce su aceptación entre una buena parte de la opinión pública, garantiza para nada la viabilidad del cambio y menos aún su continuidad en el tiempo. Las promesas de cambio de política en materia de drogas –especialmente de la marihuana- formuladas por el presidente norteamericano Jimmy Carter en los 70, igual que la política de relativa tolerancia de entre 1983 y 1988 por parte del gobierno del PSOE en España, son una muestra de cómo, al generarse la expectativa de un cambio inminente de arriba abajo, de la mano del propio estado, se produce una desmovilización de los sectores sociales que impulsaron ese cambio y la situación se desequilibra, dado que los gobiernos nacionales, una vez que cesa la presión social, suelen tener que ceder con relativa rapidez a las presiones internacionales que, como hemos visto, surgen de un poderoso aparato construido expresamente con ese fin.

Buscando brechas en el muro: diez años de experiencias antiprohibicionistas en el estado español
La situación de salto atrás que se produjo cuando el gobierno de Felipe González ratificó la Convención contra el Tráfico Ilícito de 1988, seguida apenas cuatro años después por la aprobación de la Ley de Seguridad Ciudadana, tuvo una decisiva influencia en el desarrollo del movimiento antiprohibicionista hispano. Eso y la existencia en aquella época de un movimiento social basado en la desobediencia civil que, gracias a lo novedoso de sus planteamientos y la audacia de sus métodos de lucha logró éxitos sin precedentes: La objeción de conciencia y la posterior insumisión al servicio militar obligatorio y a la prestación social sustitutoria.
En realidad, tampoco se puede hablar de la existencia de un movimiento antiprohibicionista organizado en el estado español antes de esa época. Hay personalidades más o menos antiprohibicionistas (pocas, a decir verdad), pero no existe ningún grupo o asociación como tal hasta 1989, cuando nace en Navarra la Asociación por la Legalización de las Drogas, a la que seguiría la plataforma por la legalización Bizitzeko, con campo de actuación en la Comunidad Autónoma Vasca. En los dos años siguientes verían la luz la catalana Asociación Ramón Santos de Estudios del Cannabis (ARSEC) (primer grupo de usuarios/as de cannabis[ix][ix]), y la “Propuesta alternativa en materia de política criminal sobre drogas”, más conocida como Documento de Málaga.
De esta forma, a principios de los años noventa, aparecen los tres elementos decisivos que darán lugar a las primeras iniciativas prácticas antiprohibicionistas: Grupos cuyo fin declarado es la legalización de las drogas, otros formados por personas que se sienten directamente perjudicadas por la prohibición, y los primeros planteamientos alternativos concretos y apoyados por expertos de indudable prestigio. Este hecho, junto con la existencia de unos niveles de consumo de drogas ilícitas –especialmente hachís- muy elevados y con la relativa normalización que se da en ciertos lugares, al menos en los ambientes juveniles, en casi todo lo relativo al uso de drogas, favorece que se vaya creando un estado de opinión creciente a favor de la despenalización, sobre todo de las entonces llamadas drogas blandas, es decir, el cannabis.
Este movimiento, bastante difuso y desarticulado pero que crecerá de forma notable a lo largo de los 90, presenta ciertas peculiaridades con respecto a los de otros países, en especial en el terreno de la estrategia. En mi calidad de testigo directo, además de participante en una parte, al menos, de ese movimiento, voy a intentar resumir la historia de los últimos años de una serie de grupos y colectivos bastante heterogéneos tanto en su composición como en sus planteamientos, dotados en general de medios precarios e impacto social directo más bien escaso, pero que han conseguido una serie de pequeños éxitos –de consecuencias a veces no tan pequeñas- que, sin olvidar que son inseparables de la coyuntura en la que se han producido y, por tanto, impensables en otros países, pueden aportar elementos de reflexión interesantes a la hora de diseñar estrategias y buscar caminos eficaces para comerle espacio a la prohibición en todos los terrenos.
Tal vez a causa del desencanto provocado por la etapa de gobierno socialista, que dejó una legislación sobre drogas aún más dura que la que existía con anterioridad, el movimiento antiprohibicionista del estado español no se ha limitado a reivindicar y reclamar a las instituciones que cambien las leyes. Una de sus preocupaciones desde el primer momento es encontrar fórmulas para poder ejercitar en la práctica ciertos derechos sin necesidad de cambiar esas leyes, intentando encontrar fisuras en las mismas. No es casualidad, pues, que la primera experiencia práctica de este tipo, una campaña por la despenalización de la autoproducción de cannabis, puesta en marcha por ARSEC en 1994, fuera bautizada como “la brecha catalana”[x][x].
La iniciativa de ARSEC consistió en la plantación de alrededor de doscientas plantas de marihuana, destinadas al consumo de alrededor de 100 socios/as de la misma, en un terreno del Baix Camp, en Tarragona. Previamente se había formulado una consulta al fiscal especial anti-droga de Catalunya acerca de si el cultivo para el consumo privado sería un delito, a lo que el fiscal respondió negativamente.
Aunque no se puede hablar de desobediencia en sentido estricto, dado que se partía de la presunción de que la actividad que se iba a realizar era legal, aquella iniciativa se dirigía claramente a intentar crear nuevos espacios de tolerancia mediante el enfrentamiento con las leyes vigentes. En un contexto en el que se dictaban (y se siguen dictando) en los tribunales penas de prisión por cultivar unas cuantas plantas de cáñamo índico para el autoconsumo, la plantación de ARSEC, notificada a la fiscalía y a algunos medios de comunicación, implicaba un riesgo claro para sus autores y cuestionaba de manera práctica e ineludible un precepto legal y una práctica prohibicionistas. En efecto, mientras que las consignas y los manifiestos se pueden ignorar, las actuaciones como esta, de legalidad dudosa y consecuencias penales inciertas, obligan a actuar a los poderes del estado y pueden crear precedentes interesantes, al dejar al sistema en posición difícil.
Tal vez la plantación de marihuana de ARSEC hubiera llegado a ser la primera en recolectarse de forma legal en el estado español en muchas décadas, pero la intervención casual de la Guardia Civil (que desconocía la investigación que ya se llevaba adelante) abortó el intento. Se inició allí un proceso judicial que, tras la absolución en primera instancia, llevó el caso al Tribunal Supremo, donde la causa se dilató varios años.
Durante ese tiempo sucedieron bastantes cosas. Por una parte, creció rápidamente el número de asociaciones antiprohibicionistas, casi todas ellas de carácter cannábico. A ARSEC le siguieron, por citar solo las que alcanzaron mayor relieve, AMEC en Madrid, SECA en Aragón, Kalamudia en Euskal Herria, ARSECA en Andalucía, Bena-Riamba en Valencia, y un largo etcétera que hace difícil en estos momentos saber cuántos grupos de este tipo existen en el estado español. Algunos de estos darían lugar a la Coordinadora Estatal por la Normalización del Cannabis, que nació inicialmente en 1996 pero tuvo varias etapas de inactividad y resurgimiento hasta el 2001, en que dio sus últimos coletazos, al menos de momento. La Coordinadora también defiende la legalización de otras drogas, aunque como objetivo secundario. También han aparecido grupos, además de la mencionada Bizitzeko, cuyo objetivo es la legalización de todas las drogas, entre los que destaca ALA (Associació Lliure Antiprohibicionista), que ha organizado varias manifestaciones y actos públicos diversos por la legalización[xi][xi]. En torno a este grupo acabaría formándose la Federación Ibérica Antiprohibicionista. Tampoco hay que olvidar a grupos de carácter más académico o profesional que se declaran antiprohibicionistas, como el catalán Grup Igia, cuyos miembros han realizado importantes aportaciones en este terreno, así como el hecho de que asociaciones profesionales, como Jueces para la Democracia o la Asociación Progresista de Fiscales, hayan recogido este tipo de planteamientos en sus objetivos.
Otro factor decisivo fue la aparición de prensa antiprohibicionista de amplia distribución. El nacimiento de Cáñamo, en 1997, revista dedicada a “la cultura del cannabis”, marcó un punto de inflexión. Nacida de la iniciativa de un grupo de socios de ARSEC, Cáñamo logró una tirada y difusión sin precedentes en este tipo de publicaciones, encontrándose en todo tipo de quioscos y librerías, y llegando a decenas de miles de lectores. Otros intentos, que no tuvieron finalmente continuidad, fueron El Cogollo, High España y Mundo High. En estos momentos hay otra revista en el mercado, Yerba, que parece haberse afianzado, cuya temática y público son similares a los de Cáñamo, que ha venido a ampliar aún más este fenómeno.

Plantas contra leyes
La aparición de este tipo de revistas y su gran difusión fueron muy importantes a la hora de dar a conocer el nacimiento de nuevas asociaciones y de difundir las primeras campañas de la Coordinadora Estatal. Esta decidió el 2 de marzo de 1997 poner en marcha la campaña “Contra la prohibición, me planto”. En la misma se volvía a defender el derecho a la autoproducción y se planteaba la realización de plantaciones colectivas de marihuana, de carácter público y notorio, a fin de apoyar a los compañeros de ARSEC que se hallaban pendientes de sentencia del Supremo. También se llamaba a las personas usuarias de cannabis a “plantarse y plantar”, con el fin de hacer imposible la aplicación de la ley.
La única asociación que, finalmente, llevó adelante su plantación fue la vasca Kalamudia. En la misma participaron casi doscientas personas y se plantaron cientos de ejemplares, con asistencia de numerosos medios de comunicación, incluidos los periódicos y televisiones más importantes. Esta gran difusión, debida en gran parte a la implicación de numerosos periodistas –usuarios o ex-usuarios de cannabis casi todos ellos- en la campaña, provocó una gran repercusión y un cierto nivel de debate social en el que hubo muy pocas voces condenatorias. Además, entre quienes participaban y daban la cara públicamente había personalidades conocidas del mundo de la cultura (escritoras, actores, cantantes, etc.), cargos públicos de varios partidos -incluida una parlamentaria autonómica-, sindicalistas, profesoras universitarias, médicos, etc., lo que daba a los hechos una especial trascendencia.
Todas las personas participantes aportaron sus datos personales y firmaron una declaración comprometiéndose a destinar las plantas a su consumo privado, que fueron entregadas en el juzgado correspondiente. La presencia de personajes públicos entre los posibles condenados hacía poco creíble la posibilidad de una condena de cárcel, lo cual podría animar a otros muchos a imitar el ejemplo, y la trascendencia pública del caso lo hacía especialmente incómodo. Finalmente, las actuaciones judiciales se archivaron y la marihuana se recolectó sin impedimentos, hecho que tuvo una gran trascendencia en los ambientes cannábicos y antiprohibicionistas hispanos y europeos.
Pocos meses después, el Tribunal Supremo dictaba una condena de tinte claramente político en el caso ARSEC. Condenaba a los directivos de la asociación a cuatro meses de cárcel y a una multa de medio millón de pesetas. La pena de prisión no debía cumplirse, pero se trataba de un serio aviso al movimiento antiprohibicionista. Sin embargo, el año 2000, Kalamudia repetiría su plantación, con amplia difusión pública de nuevo, sin que se produjera ningún tipo de iniciativa judicial. Finalmente, en 2001 hubo una tercera plantación.
El conocimiento público de este tipo de campañas, así como la existencia de una mayor cantidad y calidad de información sobre drogas, y en particular sobre el cultivo de cannabis, ha llevado a la extensión de las pequeñas plantaciones. A pesar de los precedentes recién expuestos, en el caso de las de exterior, ubicadas en huertas, jardines y montes, la actividad sigue estando en una cierta ambigüedad legal, con altibajos en lo que respecta a la tolerancia por parte de jueces y fuerzas policiales[xii][xii]. Este riesgo no impide que estas huertas, que constituyen una forma de desobediencia que podríamos llamar difusa, sean muy comunes en algunas zonas, reduciendo sensiblemente el mercado ilícito, normalizando la percepción del fenómeno del consumo y mejorando la calidad del producto que se consume.

Creando una cultura legal de drogas
Estos mismos efectos también los está provocando el cultivo de interior, un fenómeno que en estos momentos parece haber superado al de exterior, a pesar de su mayor coste económico y energético. La razón fundamental para preferir el cultivo de interior es su menor riesgo legal. Decenas de miles de consumidores de cannabis españoles han encontrado en las técnicas de cultivo con luz artificial una forma de burlar la prohibición y abastecerse de forma segura. Para ello se amparan en el hecho de que la tenencia para el propio consumo no es punible en un lugar privado como el domicilio.
Pero la existencia de este resquicio en la ley no habría sido suficiente por sí sola para explicar un fenómeno de estas dimensiones. La ley decía lo mismo hace quince años y también existían entonces los bancos de semillas holandeses, pero nadie habría imaginado algo así. La diferencia ha sido un conjunto de factores que se nutren mutuamente. Las revistas e Internet mejoran el conocimiento jurídico y botánico, además de divulgar la publicidad de las nuevas técnicas y productos y de las tiendas donde se venden. Esto genera un mercado que favorece la inversión y la investigación, creando un nuevo sector económico en expansión[xiii][xiii]. Este sector dispone, por tanto, de recursos crecientes y de una mayor influencia social. Por eso, el gobierno de Aznar parece estar fracasando de momento en su intento de poner coto a este tipo de comercio, aunque los intereses subyacentes –las farmacias también están implicadas en el contencioso- hacen difícil anticipar el desenlace.
Otro frente interesante que se ha abierto recientemente es el de la producción y dispensación de cannabis en circuito cerrado. La Junta de Andalucía solicitó en 1999 un informe al Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología, acerca de las condiciones que debería reunir un local para poder dispensar en el mismo cannabis sin contravenir las leyes. El informe, que realiza un exhaustivo repaso a la legislación y la jurisprudencia sobre el tema, aún no ha sido publicado oficialmente a finales de 2002, pero han circulado numerosas copias, en las que se están basando algunas asociaciones de usuarios para intentar diseñar un sistema jurídicamente viable de autoabastecimiento colectivo. Tal vez en breve asistamos al nacimiento de las primeras Coffee House en el estado español, y no olvidemos que este tipo de locales fueron la antesala a los actuales Coffee Shop en Holanda.
El apoyo de las revistas, en especial Cáñamo, fue también decisivo para la difusión de la segunda campaña de la Coordinadora Estatal por la Normalización del Cannabis: la denuncia de la Ley de Seguridad Ciudadana, en cuya aplicación se imponen alrededor de cien mil multas anuales por tenencia o consumo en lugares públicos, en la mayoría de casos por cannabis. Se recibieron cientos de fotocopias de sanciones y recursos, con los que algunas asociaciones lograron finalmente elaborar dossiers que se presentaron a los defensores del pueblo autonómicos. También el Defensor del Pueblo estatal recibió a la Coordinadora y recogió sus quejas. La dimensión de la tarea superó finalmente al colectivo y esta campaña apenas dio frutos concretos.
Otra actividad digna de mención, promovida desde las asociaciones cannábicas, ha sido la organización de copas o concursos de marihuana. Concebidos en parte a imagen de la conocida Cannabis Cup holandesa y en parte como encuentro cerrado entre cultivadores y consumidores, se han basado en otra pirueta legal: El hecho de que, según la jurisprudencia, el consumo compartido entre adictos no es un delito. Los eventos han tenido lugar en recintos de carácter privado, como las sedes de las propias asociaciones, casas okupas[xiv][xiv], e incluso colegios mayores universitarios, impidiendo así la actuación policial. De esta manera, en pocos años se han afianzado como eventos masivos (varias copas han contado con la asistencia de miles de personas), favoreciendo la emersión de una creciente cultura cannábica y permitiendo a muchos usuarios y cultivadores salir del armario, algo muy importante en un colectivo que sufre invisibilidad forzosa, marginación y persecución legal por su condición. También han contribuido a ello las manifestaciones callejeras de corte clásico, más nutridas cada año, que en algunos casos, como las marchas organizadas en Madrid por AMEC, han llegado a congregar a varios miles de participantes.
Todo este trabajo (que, en el caso de las asociaciones ha sido voluntario casi al 100%) ha ido combinado, además, con otros dos frentes de actividad: El lobby político y la coordinación internacional. El primer campo, el de la presión política, ha sido más bien secundario, aunque el antiprohibicionismo se ha apuntado unos cuantos tantos, con comparecencias y audiencias en diversos organismos, incluidos varios parlamentos autonómicos y el propio Parlamento Español, ante cuya Comisión Mixta sobre drogas compareció una representación de la Coordinadora Estatal[xv][xv].
El terreno internacional, en cambio, estuvo pronto en el punto de mira del activismo hispánico, aunque la principal dificultad era, precisamente, la falta de un tejido internacional fuerte, con un panorama asociativo más bien lastimoso en la mayoría de los lugares de Europa y grandes dificultades para contactar con otras regiones del planeta. En este sentido, el contacto con ENCOD, el Consejo Europeo de ONGs sobre Drogas y Desarrollo, supuso un paso fundamental. A través de este contacto, varios grupos del estado español tomaron parte en la creación de la Coalición Internacional de ONGs por una Política de Drogas Justa y Eficaz, que tuvo lugar en Turín a finales de 1997, así como en su posterior desarrollo, incluyendo la participación en la Sesión Especial sobre Drogas de la ONU de 1998, lazos que se mantienen en la actualidad.
Finalmente, merece la pena mencionar otra campaña, desarrollada por la asociación Kalamudia, en torno a la adulteración de las sustancias ilícitas y la reducción de riesgos, que se inició en 1999. Dada la preocupación existente entre sus socios/as ante la baja calidad de las sustancias disponibles en el mercado negro, la asociación se planteó la necesidad de poner en marcha servicios preventivos de sustancias, similares a los existentes en otros lugares, con la salvedad de que aquí se pretendía testar –y así se hizo- toda clase de sustancias presentes en la escena festiva, algo que aún no se había puesto en práctica en ningún otro lugar del mundo. Sin embargo, en lugar de solicitar su puesta en marcha o presentar un proyecto en tal sentido a las instituciones, Kalamudia decidió utilizar los testadores comerciales disponibles y otros medios similares, como microscopios o testadores de punto de fusión, para ofrecer este servicio al público durante las fiestas patronales de Bilbao, dándolo a conocer a través de los medios de comunicación que, de hecho, le prestaron una gran atención.
Durante seis días, voluntarios de la asociación atendieron el stand ubicado en el local de la propia asociación, al que acudieron decenas de personas, sin obstáculos legales. Al año siguiente, el stand se ubicó en una carpa en pleno recinto festivo, tanto en Vitoria-Gasteiz como en Bilbao, acudiendo a la misma cientos de personas y testándose decenas de muestras, sobre todo de hachís. Muchas de estas muestras fueron recogidas para un posible análisis posterior, que tuvo lugar finalmente gracias a un acuerdo con el Gobierno Vasco. La actividad creó un intenso debate social, sobre todo en Vitoria-Gasteiz, donde el Ayuntamiento amenazó con enviar a la policía, alegando que un servicio de este tipo fomenta el uso de drogas. Paradójicamente, como consecuencia de ese debate social, algunos ayuntamientos se interesaron de inmediato por la posibilidad de ofrecer servicios similares en sus fiestas, y en poco tiempo varios programas preventivos en Euskadi incorporaban este tipo de actividad, hasta desembocar finalmente en los primeros programas de testado financiados y coordinados desde el Gobierno Vasco y los ayuntamientos.

Empujando el tiesto sin sacar los pies
En apenas diez años, la situación del cannabis, principal sustancia ilícita consumida en el estado español, ha cambiado drásticamente y también lo ha hecho, si bien en menor medida, la del resto de drogas ilícitas. Decenas de asociaciones de usuarios/as, con miles de personas afiliadas, publicaciones periódicas de gran tirada, un sector económico legal boyante, un gran número de consumidores fuera de los circuitos del mercado negro, más y mejor información disponible, y varias campañas exitosas, incluidas, en el caso del País Vasco, las primeras cosechas legales de cannabis o los primeros programas de testado de todo tipo de drogas, son la muestra de que, aunque no ha cambiado ninguna ley, y aunque los gobernantes actuales son aún más prohibicionistas que sus predecesores, se ha podido avanzar terreno y mejorar sensiblemente la situación, incluida la calidad de vida de miles de personas.
A ello han contribuido muchos factores, entre los que destaca, sin duda, el gran volumen de personas consumidoras, ya que en estos momentos son mayoría los jóvenes del estado español que han consumido cannabis, mientras que porcentajes superiores al diez por ciento ha probado otras drogas ilícitas como cocaína o éxtasis (Calafat et. al., 2000). Los porcentajes son aún mayores en el caso de la juventud vasca, lo cual, unido a un mayor ambiente de tolerancia social hacia el consumo, ha hecho que, de hecho, en algunos lugares de Euskal Herria el consumo de algunas drogas esté normalizado hasta niveles que suelen provocar el asombro de los visitantes extranjeros. Este aumento del consumo ha generado también, no lo olvidemos, un mercado donde ciertos eslóganes antiprohibicionistas venden[xvi][xvi] y en el que los mensajes críticos, inevitablemente, se banalizan.
Sin embargo, basta comparar la situación con la de Francia, donde el consumo juvenil de cannabis es aún mayor que en España y donde no sucede nada parecido, para darse cuenta de que hay alguna diferencia más. La legislación española sobre drogas, tradicionalmente menos rigurosa que la francesa, para empezar, tiene bastante que ver. Ello ha permitido que la carrera comience con unos metros de ventaja al sur de los Pirineos. Pero, además, ha habido una serie de elementos en el movimiento y las iniciativas antiprohibicionistas de este lado que parecen haber tenido una incidencia clave.
No se trata en absoluto de intentar ofrecer aquí ninguna receta estratégica milagrosa para el movimiento de oposición a la guerra contra las drogas. Los logros del activismo en el estado español han sido modestos, coyunturales y aún corren serio peligro de retroceso. Gran parte del cambio se ha debido a factores ajenos a las asociaciones y no son en absoluto mérito suyo. Por otro lado, las condiciones de estabilidad institucional, garantías jurídicas y respeto a los derechos humanos existentes en la España de comienzos del siglo XXI permiten cierto tipo de actividades y métodos de protesta impensables hoy por hoy en otros países. Además, conviene insistir de nuevo en que no se puede hablar de un movimiento coherente y organizado, sino de una suma de fenómenos simultáneos, a veces paralelos e incomunicados entre sí, que han coincidido en el tiempo y han dado lugar a un cambio social perceptible.
Aún así, existen una serie de elementos característicos en este movimiento difuso y en el proceso activista que lo ha animado, algunos de los cuales no resultaron evidentes en su momento ni siquiera para los mismos agentes activos del cambio, que pueden ayudar a explicar la celeridad del mismo y ofrecer enseñanzas para otros procesos similares. Entre ellos, se podrían destacar los siguientes:
§ En ningún momento se ha dejado de lado la tarea de seguir elaborando un discurso antiprohibicionista coherente, cada vez más asentado en datos científicos y rico en matices. Esto, junto con alianzas con expertos reconocidos en las diversas materias relativas a las políticas de drogas, ha contribuido a dar credibilidad al discurso.
§ Los objetivos parecen haber estado bien elegidos y adaptados al entorno social. Las campañas a favor del derecho al autocultivo basadas en plantaciones públicas han tenido buen resultado, entre otras cosas, porque la demanda – el derecho a cultivar- va implícita en la propia acción de protesta, el mensaje es claro y no maximalista, y porque las demandas planteadas son coherentes, se hallan en el límite de la legalidad, y suponen una transgresión moderada que conlleva un nivel de riesgo asumible por un número amplio de personas.
§ La presión local parece ser más efectiva a corto plazo en un tema como este, tan controlado en vertical, que la concentración de fuerzas ante instancias estatales, como el parlamento o el gobierno central. Una de las aparentes debilidades del movimiento, su dispersión, ha sido también una de sus principales virtudes a la hora de adaptar las campañas a la realidad particular de cada cual y hacerlas horizontales.
§ La desobediencia, tanto en su forma clásica de desobediencia civil como en la difusa, ha sido un instrumento decisivo en la estrategia del movimiento. La idea de que no pasa nada, siempre que el riesgo esté bien calculado, por saltarse normas injustas de forma pública y notoria, que otros movimientos sociales han contribuido a fortalecer, es especialmente adecuada en este caso, en el que hablamos de normal claramente injustas y desproporcionadas que castigan algunos de los denominados “delitos sin víctima”. Es especialmente interesante usar todos los medios disponibles para dificultar la aplicación de la norma represiva, como la participación de personajes públicos de prestigio, la transparencia, la difusión pública de las actividades, etc.
§ La que podríamos llamar “desobediencia en positivo”, es decir, la puesta en marcha iniciativas no claramente prohibidas, pero conflictivas, como es el caso de los testados de sustancias, puede ser un instrumento muy útil a la hora de romper tabúes y permitir la apertura de nuevos campos de actuación. Servicios que las instituciones políticas, por miedo a los costes electorales, tardarían en autorizar y no digamos en poner ellas mismas en marcha, pueden superar la fase de pruebas si hay alguien lo bastante decidido para dar el primer empujón.
§ Ha sido fundamental la aparición de grupos de usuarios/as. En un contexto en el que la imagen pública de los consumidores de drogas se construye a base de seres generalmente marginales, castigados por la vida y con problemas graves de adicción, la aparición de personas “normales”, que no reniegan de su condición de consumidoras y reivindican sus derechos como tales, es fundamental para cambiar la percepción del fenómeno y para conocer cuáles son las necesidades reales del colectivo y sus prioridades, algo que también vale para el resto de colectivos afectados por la guerra contra las drogas. Ningún ente antiprohibicionista que actúe desde la óptica de experto ajeno al fenómeno, por bienintencionado que sea, puede reemplazar el papel que juegan estas asociaciones.
§ Es tal el volumen de personas afectadas por las políticas prohibicionistas que, si se les ofrecen medios de presión sencillos y accesibles, se puede conseguir la participación de un número ingente de ellas, a pesar de que, como estrategia para pasar desapercibido, la tendencia a la pasividad y la invisibilidad se halla, por razones fácilmente comprensibles, especialmente arraigada en este colectivo. La campaña de envío de postales de protesta al Defensor del Pueblo y la recopilación de expedientes sancionadores por la Ley de Seguridad Ciudadana, contó con la participación de decenas de miles de personas, que no tuvieron reparo en la mayoría de los casos en adjuntar todos sus datos personales.
§ Resulta especialmente útil la estrategia, puesta en marcha hace tiempo por otros movimientos sociales, de aprovechar las más amplias libertades civiles de algunos países para denunciar situaciones injustas en otros. Esto era algo prácticamente desconocido en el antiprohibicionismo hasta que comenzaron a surgir las primeras redes de coordinación internacional. Además, claro está, de lo enriquecedor que resulta el contacto en sí.
§ Ha sido decisiva la existencia de iniciativas empresariales simultáneas a las asociativas, como la aparición de las revistas o las tiendas. Aunque es inevitable que estas iniciativas adulteren en cierta medida los mensajes activistas, también aportan fuerza y recursos al movimiento y permiten avanzar en lo concreto. En efecto, alguien tiene que poner en práctica en algún momento lo que tanta gente reivindica, y la normalización conlleva precisamente ese riesgo, el de que todo lo relativo a las drogas acabe en la normalidad, que en muchas ocasiones da poco de sí en este mundo prodigioso del inicio de milenio.
§ Sin embargo, también la existencia de limitaciones al movimiento económico en este terreno podría tener efectos beneficiosos. El pequeño tamaño de los cultivos de cannabis a los que obliga la presión legal en Holanda, ha creado un mercado más horizontal, con más proporción de pequeños productores, más creación de empleo y menos acumulación de capital, comparado con otras drogas lícitas e ilícitas. De la misma manera, el hecho de que los requisitos legales en los que se van a desarrollar muchos experimentos normalizadores en el estado español impongan a los proyectos la ausencia de lucro, también podría ayudar a crear paulatinamente, para ciertas drogas, estructuras económicas cuya finalidad no tenga porqué ser el máximo beneficio en el mínimo plazo. Conviene recordar, además, que las mafias solo suelen copar aquellos sectores de la economía informal de estructura más capitalista.
§ Por último, tampoco pasa nada porque no todo esté estrictamente regulado. Las tiendas tipo Grow y Smart Shop del estado español, por ejemplo, han aparecido en un contexto jurídico caótico, en medio incluso de una cierta alarma social en los primeros momentos, y han comenzado a vender productos inéditos, a veces de propiedades poco conocidas, sin que se hayan producido problemas dignos de reseñar. En la mayoría de los casos, el criterio de prudencia ha llevado a una autorregulación perfectamente funcional.
En definitiva, la prohibición goza de buena salud en el estado español, igual que en todo el mundo, pero eso no significa que las cosas no puedan cambiar. La experiencia de los últimos años muestra que es posible poner en marcha programas novedosos de reducción de riesgos y abrir nuevas vías legales para la normalización, mediante la presión a escala local, permitiendo cambios descentralizados, discretos y efectivos. Ello exige un fino análisis de las estructuras de poder en materia de drogas en cada región, una estrategia clara y realista para enfrentarse a las mismas, métodos de acción flexibles y audaces y, sobre todo, mucha imaginación. El movimiento de oposición a la barbarie prohibicionista se juega el tipo frente a una estructura de poder compleja y bien defendida, dirigida por mentes lúcidas, armadas de información ingente y un adecuado nivel de cinismo e hipocresía, pero cuya principal debilidad es la de llevar demasiados años jugando en un tablero trucado y con el árbitro comprado. Esa misma naturaleza vetusta, ese carácter mastodóntico, es el talón de Aquiles de la prohibición de drogas, un muro ciclópeo cuyas piedras tal vez nadie pueda derribar de momento, pero por cuyas grietas pueden llegar a pasar muchos, a condición, eso sí, de que sean lo bastante flexibles.

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